Cien metros y una sonrisa

Usain Bolt en Río 2016 (c) New York Times

Según la Wikipedia, la carrera de los cien metros es la más prestigiosa de las competencias de atletismo. Introducida en la primera edición de la era moderna de los Juegos Olímpicos de Atenas en 1896, esta carrera determina a la persona más veloz del planeta. En la actualidad, este título lo ostenta Usain Bolt, el atleta Jamaiquino quien en el 2009 atravesó los cien metros en 9.58 segundos. 


Al afamado atleta le atribuyen una frase que se hizo viral por las redes sociales que versa así: "Yo entrenaba cuatro años para correr sólo nueve segundos". Otras sí las dijo él como "Mátalos con tu éxito y entiérralos con una sonrisa" o "Tienes que ganar desde dentro de tu alma" o "Intento liderar dando el ejemplo" o "Soñar es gratis. Conseguir tus objetivos tiene un costo. Aunque puedes fantasear de manera gratuita, los objetivos no vienen sin un precio. Tienes el tiempo, el esfuerzo, el sacrificio y el sudor. ¿Cómo pagarás por tus objetivos?"

Esta leyenda viviente ha demostrado los preceptos del maestro Zeami del Teatro nō Japonés quien decía que los grandes artistas son talentosos disciplinados. Pues, ¿de qué sirve un talento sin la dedicación para desarrollarlo? Este precepto aplica para la gran mayoría de las esferas de la vida, ya que sin disciplina y oficio, el talento resulta en desperdicio. 
Pero, ¿cómo encontrar los talentos personales? Aunque la mística que rodea el encuentro con la vocación es algo que aún las academias no pueden resolver, es importante resaltar que todo aquello por lo que uno sienta una inclinación, afinidad y facilidad de ejecución constituye un llamado a la acción. Este llamado a la acción es la vocación. El grado del talento está determinado por la gracia con la que se ejecuta las acciones propias de una actividad, resaltadas por ls soltura y facilidad con la que se ejecuta.

De este modo, todo aquello que resulte fácil ejecutar constituye un talento. Claro, hay quienes tienen talento para contar, otros para sumar, aquellos para pintar y estos para pelear. Hay quienes tienen talento para matar, otros para enamorar y algunos para soñar. Pero son pocos los que deciden cultivar sus talentos. Son pocos los que deciden esforzarse en desarrollar aquello que se les facilita, pues surge una ilusión destructiva que se reduce en la siguiente frase: ¿para qué me esfuerzo haciendo esto si ya soy bueno en ello? Quizá esa mentalidad constituye la fórmula perfecta para el fracaso, pues no hay nada peor que un ego inflado incapaz de reconocer aquello que puede mejorar.

Quizá fue esto lo que hizo de Usain el hombre más veloz del mundo: se esforzó en dominar las técnicas de salida, afinar el tacto de sus pies contra el suelo para potenciar el impulso del amortiguamiento en cada zancada, respirar en armonía con su frecuencia cardíaca para mantener la calma y el autocontrol, recordar que aquellos que están corriendo junto a él son su mayor competencia por lo que hay que permanecer humilde a pesar de la victoria. 

En la vida no se gana simplemente, hay que aprender a ganar.

Usain chistando en la meta (c) CNN

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