La plástica política del desprestigio
Mundo hecho de botellas plásticas |
Por estos días me he estado preguntando sobre los peores descaches que hemos tenido como civilización. Me refiero a aquellos inventos que en su albor prometieron un progreso indefinido pero que ahora han comprobado el cobro de un alto precio frente a la baratez de su creación.
A pesar de que la lista puede ser interminable como las armas automáticas, autodirigidas y nucleares, la bomba de varilla para extraer petróleo o su hermana menor conocida como bomba de inyección hidráulica para hacer fracking, o el innumerable uso del aceite y esperma de cachalote que los llevó al borde de la extinción, o la superioridad moral de la fe ciega, o el Factor X, o el uribismo, considero que no existe artículo más nocivo para el bienestar de la naturaleza y la sostenibilidad humana que el plástico.
Extracto de Plastic Paradise
El plástico nació como la solución práctica a todos los problemas del hogar y de la industria. Por fin los ingenieros habían creado algo útil que no se quebrara con sólo caerse al suelo. También habían creado un elemento ligero y maleable hasta el colmo de la versatilidad. Y por si fuera poco, era virtualmente indestructible a menos que a algún sabihondo se le ocurriera acercarle una mecha encendida. El plástico fue el sueño hecho realidad de las amas de casa para mantener fresca la comida a la hora de irse de camping sin la azarosa posibilidad de que el contenedor resultara quebrado. También fue la panacea para la creación de todo tipo de contenedor hasta el punto de convertirse en el material preferido para todo avance tecnológico. Desde los cepillos de dientes hasta un iPhone utilizan plástico como el material por excelencia para albergar su forma.
Sin embargo, hoy por hoy vivimos una de las más grandes paradojas de la humanidad: envasamos el agua en plástico. Utilizar el elemento de mayor polución mundial para contener el líquido preciado que nos proporciona la vida constituye una contradicción imperdonable de nuestra especie, pues el principal elemento que ocasiona contaminación en la tierra, que destruye los acuíferos, que otorga el sentimiento de llenura en aves, peces y ballenas y las hace morir desnutridas, y que se ha filtrado en la cadena alimenticia del hombre ocasionando cáncer y esterilidad, representa el germen de la erradicación de nuestra especie, y que éste contenga el elemento fundamental de nuestra vida parece un dilema que carece parangón. (Claro, salvo alcanzar la paz a través de la guerra.)
Y ahora, cincuenta o sesenta años después de la fantástica introducción del poliuretano al mercado de masas en Estados Unidos-después que la Alemania Nazi utilizara el epoxi y el poliéster tipo uretano en la fabricación masiva de armas ligeras y automáticas-ya no hay océano que se salve de su colonización y diminutos pedazos de tierra que se escapan de su uso.
Remolinos de plástico en cinco océanos |
Ya el plástico llegó a la panza de los albatroces, de las focas, de los peces y las ballenas. Ya llegó al intestino de los Inuit y ya llegó a la mesa del emperador japonés, Akihito, envuelto en alga en forma de sushi.
Gaviota repleta de plástico |
Ya llegó al páncreas de los americanos y a los testículos de los filipinos. Ya llegó al sistema sanguíneo de los chinos y al cerebro de los malgaches. Ya hizo casa en el corazón de los europeos y quedo en los traseros y los senos de las latinoamericanas.
Y se sigue filtrando como un cáncer que hace metástasis y no se detiene a pesar de la quimioterapia o radioterapia. Pues el mayor problema de este cáncer plástico se asemeja al de pulmón del fumador, que ya acostumbrado a inhalar su placebo nicotínico le es prácticamente imposible renunciar a su hábito que devenga en aliento de cenicero. Y así, el cáncer aumenta cada vez que el agua se envasa en plástico, cada vez que pedimos una bolsa plástica para llevar la botella plástica. Cada vez que compramos manzanas en bolsas plásticas y papas en mayas de polietileno. Cada vez que enplasticamos la zanahoria, la cebolla, el gengibre, la remolacha, el cilantro, la cúrcuma, el laurel, el café, los huevos, las pechugas, los perniles, los lomos, las costillas, el caldo Maggi, el tiempo, la tecnología, la información, la comunicación, ¡la vida!
Plastic Fish |
Porque pareciera que vivimos en un globo de plástico que se infla con un sin fin de objetos sin objeto más trascendental que satisfacer un capricho instantáneo: y la medicina contra el cáncer viene en tarros plásticos y la basura se bota en bolsas plásticas y la mierda de los perros las embolsan en plástico para que las suelas plásticas de la gente plástica no se ensucie de porquerías y los pies queden protegidos de la inclemencia de la plástica naturaleza. Y ya las margaritas de la mesa son plásticas y la tela que forra el interior del féretro es plástico y la urna para las cenizas es de plástico porque sale más rentable, y los billetes los reemplazaron con las tarjetas plásticas.
Y el aire, y el agua, y la sangre, y la atmósfera son plásticas. ¡Hasta el oxígeno se proporciona en máscaras plásticas! Y las ojivas nucleares las encapsulan en plástico y los antimotines se disfrazan con plástico y los mangos de las armas hechizas son plásticos.
Hasta el alma es plástica para los hindú pues se reutiliza después de cada vida, pero lo único que no parece tener plasticidad en este mundo es la conciencia y el hábito de consumo, pues es más fácil hacerse el loco, culpar a los demás porque no cambian y continuar mamando bon bon bum en el tubito plástico, pues qué importa el futuro si el presente es desechable y qué importa el pasado pues de todas maneras lo moldean a antojo y conveniencia.
La Vanguardia |
Como los acuerdos de paz en Colombia que los del Centro Democrático quieren desechar, como si la justicia transicional fuera un invento reciente de esos malandros guerrilleros de las FARC, como si las leyes estuvieran escritas en piedra y el gran mesías hitleriano reencarnado en papito Uribe y su títere apostólico Duque llegaran con el mensaje directo de Dios-Pablo Escobar después de su audiencia en la Tierra Prometida en Jerusalén (digo, hacienda Nápoles).
¿Cuándo será que la aceptación del error dará paso a la novedad? ¿Cuándo será que los intereses férreos de unos pocos darán paso a la plástica necesidad de la gran mayoría? ¿Cuándo será que dejaremos de comernos la cajita feliz, el frapuccino de Starbucks y el maíz transgénico roceado con glifosato? Quizá inventaron el plástico para poder contener el microcerebro de los políticos colombianos, sagaces en la desacreditación, con másteres de medio día en Harvard en la deslegitimación y el desprestigio de los sabios. Cuando miremos el problema de miseria y abandono de nuestro Chocó y nuestra Guajira en vez de andar promoviendo guerras civiles en países vecinos maldirigidos por dictadores de similar ralea que los enquistados en el congreso colombiano, quizá en ese entonces comprenderemos que nuestro problema con el plástico es de atención inmediata, que el cáncer de la ignorancia ya carcomió la mitad de los cerebros y la otra mitad está anestesiada y reposa en una bóveda de plástico reforzado.
Primer barco construído con desechos plásticos, Kenia |
Salvemos el planeta, moldeemos la política como el plástico para que contenga nuestro beneficio colectivo, para que no se rompa ante la calumnia y sea totalmente resistente a los sofismas de distracción. Forjemos cárceles de plástico indestructible para encerrar a la corrupción y sus adoradores, librémonos de la ilusión del progreso promovido por el reino poluto conservador que es incapaz de reconocer públicamente su error y es capaz de llevar a las demás mulas al abismo con tal de no confrontar la testarudez de su embejucada mala decisión. Menos plástico, menos Uribes y Maduros, menos consumo de hidrocarburos, menos uso único, menos política cuatroañista fundada en el desprestigio, más decisión concienzuda, igual a un mundo menos peor.
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Felipe Robayo
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