Descolgándose por Gravedad
El Gravity Bike nació en las colinas de California en los años 80 y llegó a las colinas de Medellín a finales de los noventa, pero no fue sino hasta el dos mil uno cuando ‘Pepel’ y ‘El Men’ copiaron un modelo de bicicleta por internet para que las bajadas a toda velocidad dejaran de ser un mero azote* y así consolidarse como un deporte.
Al principio ellos lo llamaban el descuelgue pero cuando conocieron que el deporte ya existía comenzaron a llamarlo por el nombre designado en California: Gravity Bike. Los Gravitosos, como se hacen llamar los practicantes del deporte en Colombia, descienden las carreteras de entrada y salida de Medellín como Las Palmas, El Boquerón, La Ceja y Santa Elena. En dichas pistas han alcanzado velocidades de hasta 122 km/h con el sólo impulso de la gravedad en sus bicicletas especialmente arregladas para la práctica de este deporte. Lo primero es deshacerse de la transmisión. Lo segundo es cambiar el manubrio por cachos. Lo tercero es modificar el centro de gravedad. Lo cuarto es adaptar las llantas para soportar la alta velocidad y para aumentar la capacidad de equilibrio. Lo último es cerciorarse que los frenos estén al toque, pues de ellos depende la vida. Aunque en el medio los bikers son celosos con las modificaciones que le hacen a sus ciclas como hipótesis de aumento de velocidad, equilibrio y confiabilidad, ya que ganar un azote lo es todo, pues como dicen entre ellos “Después del primero, todos son últimos.”
Gravity Biker aficionado en Dabeida
descuelga en sisa, sudadera y crocs. |
Como contracara a los gravitosos profesionales se encuentran los descolgadores asiduos y apasionados de las comunas de Medellín. Estos descolgadores aficionados carecen equipo profesional y suelen descolgarse desprovistos de casco, guantes y el traje de seguridad, monotraje, que normalmente utilizarían los profesionales. En cambio, estos intrépidos descolgadores, que oscilan entre los once y dieciocho años, suelen dejarse llevar por la gravedad vestidos con camisas manga sisa, pantaloneta o sudadera impermeable de una fina tela de nailon que se rompe con mirarla mal, cachucha y para colmo de males, en crocs evacol. Además, estos gravitosos piratas modifican sus ciclas de manera hechiza, soldando clavijas de pie a diestra y siniestra. También arman sus propias llantas, adaptan los manubrios con varillas para moldear los cuernos, cambian los galápagos por sillas de motocicleta y en algunos casos mantienen la transmisión pues también es su cicla de transporte cotidiano.
El problema de dichos practicantes del deporte es que corren riesgos aún mayores que los que corren los gravitosos profesionales, pero además ponen en posible peligro a las personas que transitan las carreteras utilizadas como pistas. Lamentablemente, en el municipio de La Ceja, en Antioquia, tres jóvenes murieron y otros quince resultaron heridos. La Ceja es el municipio con más caballitos de acero en Colombia con alrededor de 30 mil ejemplares, promediando dos bicicletas por hogar. Las muertes y el número de practicantes hizo que la alcaldía decretara ilegal la práctica de este deporte en las vías de La Ceja que conducen a Medellín y a la Unión. La policía, como medidas para evitar la práctica de este deporte, decomisan las ciclas, pero a veces las pinchan, o dañan los rines, o le zampan un bolillazo a los gravitosos para que afinen. La violencia como modelo represivo y encaminador del comportamiento sigue siendo la mano dura que aplica el gobierno para ajuiciar a sus ciudadanos rebeldes pues al parecer nadie está interesado en la ampliación de conciencia ni en las posibilidades de diversión alternativas al ensofamiento televisivo para ver El Sultán o El Chapo.
Gravitosos Profesionales, el Aficionado y el Discapacitado |
“Vea estas puñaladas de los tombos en las llantas. Es que, cuando uno quiere algo, tiene es que luchar, luchar por eso.” |
En Cali, El País reportó la muerte de un joven de quince años de edad en febrero del 2018, por lo que se prendieron las alarmas frente a este deporte y las autoridades están al acecho del decomiso en la Vía al Mar, La Circunvalar y la Vía a Cristo Rey. Lo controversial del asunto es que muchas de las bicicletas carecen título de propiedad, pues la gran mayoría las construyen desde cero, por lo que los gravitosos aficionados no tienen cómo demostrar ante las autoridades la propiedad del vehículo. Algunos dirán que esos muchachos son unos irresponsables y que al decomisarles las bicicletas les están haciendo un favor pues les están salvando el bienestar físico y hasta la vida, sin mencionar que les traen paz mental y tranquilidad a sus padres de que no anden haciendo locuras en las carreteras, pero eso sería una sobre simplificación de la realidad, pues muchos de estos muchachos viven por una dosis de adrenalina que sólo el descuelgue les puede ofrecer. Además, cuando alguien quiere hacer algo y está verdaderamente determinado a llevarlo a cabo, el decomiso de una bicicleta puede resultar en el detonante de otros problemas sociales aún más graves como son el hurto, la mentira y el engaño. De modo que es razonable plantearse la pregunta: ¿La solución es la prohibición o la integración de los aficionados al profesionalismo aunado a la adecuación de espacios para la práctica segura de este deporte? Ya cada quién opinará al gusto.
Luis Eduardo armando el azote
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-Cuál es la ventaja de tener parrillo?
-Las piernas de él, porque mirá que a mí no me da
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Como ejemplificación de la persecución de los sueños y las pasiones, el documental Empujones de Salvación sigue a Luis Eduardo Rivera, un discapacitado que en un principio descolgaba en su silla de ruedas y su febril deseo por la adrenalina lo llevó a la construcción de una bicicleta para poder bajar las colinas paisas a la velocidad que le diera su cuerpo. Con la ayuda de su mejor amigo—el parrillo mártir o devoto de la amistad—Luis sube hasta el punto de descuelgue y se lanza a velocidades que ningún médico pudo haber previsto alcanzaría cuando nació cargado de limitaciones de movilidad. Su madre lo apoya y lo tilda de berriondo por luchar por lo que quiere, y recuerda las palabras de Luis con afecto y admiración “Uno se muere en lo que le gusta, mamá, muere contento. Vea, el día que yo me muera, no llore.”
Luis Eduardo descolgando
El descuelgue o Gravity Bike es un deporte que refleja la apuesta de todo por una gloria efímera, por una descarga de adrenalina que deja el regusto de ganas de más. Como la vida, los gravitosos necesitan no sólo confiar en sí mismos a la hora del descenso, sino mantenerse alerta en una sintonía con el entorno que no da espacio para el error pues lo que está en juego tiene game over definitivo. Para los afortunados que pueden trascender su pasión para volverla su estilo de vida, no queda otra posibilidad que la ovación ya que son una inspiración para los demás, no sólo para los aspirantes a deportistas, sino para los que dudan respecto a sus sueños y temen al fracaso y al qué dirán. La muerte se vuelve aceptable cuando se vive haciendo lo que se ama, lo que se quiere, lo que da la gana al cuerpo y la mente para moverse. Los posibles riesgos son apenas obstáculos que hay que afrontar, de resto, hay que vivir cada azote y descolgarse a la gravedad.
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*Armando el Azote: ténganse duro porque habla el Raper
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Felipe Robayo
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