Surfeando el asfalto

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Los surfistas del asfalto o del andén
, los skateboarders, son una raza que tiene adrenalina en vez de hemoglobina en las venas. Esta raza vive en una constante búsqueda de situaciones extremas pues de lo contrario morirían deprimidos sobrellevando el tedio de la existencia, la cotidianidad y la rutina. Es por eso que esta raza surca las calles de las ciudades en busca de retos qué superar montados en sus patinetas: tablas de siete a nueve capas de madera con una lija en la capa superior para brindar agarre sobre trucks metálicos y ruedas de pasta o goma.

Esta raza sabe rodar mejor que caminar. L@s skaters se desplazan vadeando obstáculos que a los ojos de un peatón no son más que gradas, barandas, paredes, colinas, monumentos y andenes. Además, skater que se respete ya conoce su ciudad como el vientre de su patineta y sabe cuáles son los mejores spots para montar. Pero no sólo eso, sino que son exploradores incansables de nuevos lugares dónde dejar su marca, tanto así que un skater pionero puede bautizar un espacio y reclamarlo como propio al igual que un conquistador.


Y así se la pasan de grind en grind haciendo kickflips, heelflips, varials y volándose lo que se les ponga en frente con sus ollies o hippie jumps. Son tan imparables como un tanque gringo en Afganistán o como un kamikaze yihadista gritando Allahu akbar al entrar en una iglesia católica o protestante o cristiana cargado de C4.

Lamentablemente, una porción de la ciudadanía ve mal a l@s skaters pues los consideran vándalos, destructores de la propiedad pública y privada, atropelladores, atravesados e inconsiderados con aquellos que prefieren desplazarse a pie, en bus o en carro. 


Y aunque a momentos los skaters se pueden poner pesados, es vital rescatar una serie de aspectos propios de esta raza. El primero es la persistencia, pues no importa cuántas veces un skater mal logre un nuevo reto ya sea frenándose, cayéndose, raspándose, partiéndose un brazo o abriéndose la cabeza, vuelve y se levanta para intentar de nuevo y no queda satisfecho sino hasta que cumple el objetivo propuesto. El segundo aspecto a rescatar es la dedicación, íntimamente ligado al primer punto, ya que se requiere entrenamiento diario para poder sacar adelante siquiera un pop shove it. El tercer aspecto es la resistencia al dolor que devenga en fortaleza del cuerpo y de la mente, pues a pesar de los golpes, fracturas, lesiones y avisos mortales, no permiten que sus fracasos muten a traumas, colocándose en un estado mental en el que se visualizan logrando lo que en un principio fallaron.

Para cerrar, el skate goza de varias manifestaciones como lo son el street, el longboard downhill, el mountain downhill y la competencia en los X Games, lo que lo hace unos de los deportes más versátiles a nivel mundial. Una tabla rodante, imaginación y toneladas de agallas son lo único necesario para practicar este deporte que sólo tiene límites en aquel que lo practica y los retos que se propone.


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Felipe Robayo

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