Reflexión sobre escribir las reportivas
Todo comenzó un marzo—quizá un junio o un octubre—en la Universidad del Valle, mientras observaba a unos adolescentes jugar bobito colectivo durante su entreno de fútbol en la cancha uno del Centro Deportivo Universitario (CDU). Yo estaba en la gradería ahumando las ideas, cuando vi la acción que detonó lo que más tarde se convertiría en este espacio: primero, un muchacho le gritaba desesperadamente a su compañero que le pasara el balón porque estaba libre, pero el compañero no le pasó el balón y además lo perdió. Al perderlo, el muchacho pegó un grito en el cielo, manoteó prosopopéyicamente, y culpó a su compañero de agalludo y le dijo "¡Nohoo, aj, este man! ¡Te dije que me la pasaras! ¡Aj, si me la hubieras pasado!" Seguido, por andar de espaldas al juego y distraído en el alegato, el muchacho no se dio cuenta que su equipo recuperó el balón casi que de inmediato, y no fue sino voltearse para ver que el balón venía hacia él. Cuando tuvo el balón en sus pies le sucedió lo que vulgarmente denominamos embollarse, por lo que perdió el control del balón, la presión de los contrincantes lo desestabilizaron y sin dar espacio para siquiera tocar el balón por segunda vez más allá de la mala recepción, entre dos del equipo contrario le quitaron la pelota, y su manera de reaccionar fue la de quedarse callado con el rabo entre las piernas.
Dicha situación generó en mí un click pues de inmediato hubo en el juego un reflejo de la vida. Y pensé "Así es la vida, culpamos con ahínco y de inmediato a los demás cuando pierden el control de las cosas, pero no estamos dispuestos a reconocer cuando somos nosotros quienes perdemos el dominio de la batuta." Así fue como nació la primer reflexión deportiva, que en esos momentos denominé reflexión futbolística. Pensé, en ese momento, abrir un blog sobre las reflexiones futbolísticas, del fútbol para la vida, y comencé a ir más a menudo a ver la práctica de los muchachos y también comencé a ir a una cancha de cemento en el Ingenio II donde apostaban la dos litros de gaseosa o el guacal de cerveza entre tres o cuatro equipos que rotaban dependiendo del tiempo y del gol, y ganaba quien permaneciera más tiempo en la cancha, pues era sinónimo de acumulación de victorias.
Tuve una serie de reflexiones en ese entonces y las escribí en una agenda y papeles sueltos que no sé bien dónde puedan estar, pero al compartir con un primo y un amigo la iniciativa de abrir el blog, me desalentaron diciendo que no sonaba tan interesante. Me medio desanimé, pero las reflexiones seguían surgiendo cada vez que veía un partido de fútbol por televisión o veía la repetición de alguna jugada o iba a la gradería a ahumar las ideas. Había algo ahí que no podía obviar, había una veta para la escritura y para la reflexión que no podía negar.
Sin embargo, a pesar de que había algo ahí que me llamaba a explorar, me abstuve de abrir el blog y pasaron uno o dos años en los que tenía las reflexiones, pero no las escribía sino que sonreía en autocomplicidad. Hasta que llegó el mundial de Rusia y no hice sino ver fútbol durante un mes entero. Entonces el bombardeo de reflexiones no me dejaba en paz, no tenía tregua frente a las posibilidades, y comencé a delirar un poco, pues le hablaba a mi ex-esposa en clave de reflexión futbolística, soñaba con acciones concretas, veía a mi hijo y pensaba en táctica y estrategia y ya no surgían las reflexiones sólo en el fútbol, sino que comenzaron a surgir desde la vida hacia el fútbol.
Cuando se terminó Rusia volvió la gana de crear el blog, pero tuve en cuenta un detalle, si me ceñía al fútbol, ¿qué pasaría con las reflexiones? ¿Acaso no se verían demasiado limitadas por la naturaleza del fútbol, es decir, por el trabajo en equipo, el ataque y la defensa, el gol como objetivo principal para alcanzar la victoria? ¿Qué pasaría con los deportes individuales? ¿Qué pasaría con los deportes contrarreloj? ¿Qué hay de los demás deportes? Entonces se amplió la veta, y comprendí que el fútbol había sido la puerta de entrada hacia algo mucho más enriquecedor, las reflexiones deportivas ahora mejor conocidas como reportivas, del deporte y la vida.
Escribir estas reportivas, hasta ahora, ha sido una labor que me exige, como mínimo, pensar en algún deporte cada semana, pero también me exige ahondar en el deporte, su historia, sus máximos representantes, sus torneos, sus nichos, sus reglas, sus objetivos. Y he dado con unos deportes impensables, como el Buzkashi de Afganistán, o el sueño humano de volar vuelto realidad en el wingsuit flying, o la reconcepción del significado de los muros y las paredes en las manos de los escaladores libres.
Por otra parte, escribir las reportivas me ha exigido disciplina, constancia y consistencia, y además me ha permitido incursionar en la imagen y el video como fuentes para significar las reflexiones más que para ilustrar un aspecto del deporte, es decir, la imagen como una fuente de la representación de la analogía o la metáfora que se construye en las letras. A momentos me ha costado escribir la reportiva, pues me toca buscar un deporte sobre el cual escribir o a veces quiero decir algo específico y surge la constricción de tener que ceñirme a un sólo deporte, o tener que manipular el deporte para que manifieste aquello que quiero decir, lo cual resulta artificioso y forzado. De modo que he tenido que ceder y a la vez romper con las mismas reglas que iba estableciendo en un principio, casi como cuando nace un deporte, que al principio opera con reglas mínimas, pero que con el pasar del tiempo y su práctica, surge la necesidad de modificar, incluir o excluir reglas en beneficio del deporte.
Con la reportiva de hoy ya son veinte que he escrito, y es claro que las posibilidades de los deportes aún son vastas hasta el punto de la incredulidad, como por ejemplo las carreras de wife-carrying o unos más clásicos como el Jai alai. De modo que esto apenas comienza, y espero que usted, querido lector, haya encontrado algo en estos escritos, si no un reflejo de su vida, por lo menos un momento de entretenimiento y reflexión. Quedo abierto a sugerencias de deportes y quien quiera compartir sus reflexiones conmigo, bienvenidas sean. Larga vida a las reportivas, a la reflexión, a la literatura y el deporte.
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Felipe Robayo
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