Relaciones por sumisión

La rueda de prensa previa a la pelea

La vida es una pelea de UFC, pues llega con golpes de hambre por la victoria y la auto-aceptación del dolor como un paso necesario hacia el éxito. El dolor es sólo una ilusión, un pasaje momentáneo del tiempo que trae consigo una llovizna de sabiduría. Sin embargo, la UFC refleja mejor aún las relaciones interpersonales que se fueron al carajo.

Un matrimonio que ya no funciona es una batalla campal a tiempo completo. Cada mínimo gesto del otro irrita al punto de suscitar una ira enceguecida que no permite ver las bondades de las que en algún momento se enamoró. Y sólo quedan las ganas de enfrentarse en el octágono de la cotidianidad, siendo cada asalto más desgastante que el anterior, hasta el punto que dan ganas de tirar la toalla, pero mantiene en la lucha la esperanza de alcanzar la satisfacción ante la derrota del contrario.


Y lo complejo del asunto se hace evidente con la combinación de las artes marciales, pues cada una ofrece sus elementos de ventaja y desventaja, pero para aniquilar al otro hace falta aplicarlas todas. Por eso no demora el jab del boxeo para mantener las distancias, y pronto llega la patada de Muay Thai para destruir costillas, canillas y cabezas, luego aparece el Jiu Jitsu para someter la voluntad contra la lona, el Krav Maga impone sus talonazos en la boca del estómago, el Silat las cuchilladas de los codazos en la sien y el kung fu sus choques con las palmas. Y no basta con destruir el cuerpo pues hay que martillar el ánimo.

Así mismo, las relaciones complicadas con los hermanos son un toma y dame constante por el poder; con los jefes una evasiva a su ira y con los subalternos mantenerse pilas con la subversión; con los desconocidos mantener una distancia prudente pues no se sabe en qué momento puedan atacar; con los enemigos mantenerse alerta a la traición; y con los amigos... quizá con los amigos es con quien uno puede estar más en calma, aunque como quedó demostrado entre Conor McGregor y Khabib Nurmagomedov, quienes eran buenos amigos antes del encuentro en el ring, la amistad puede caducar, pues la fanfarronería de McGregor irritó a Khabib al punto que éste lo atacó con ferocidad lupina y saña enemiga durante el encuentro en el que logró someter al irlandés como si se tratara de un niño indefenso.


Estas relaciones trascienden a los individuos y se pueden ver a una escala social, como por ejemplo la manera como el gobierno desinfla a traición la educación mientras sonríe ante las cámaras diciendo que es el mayor presupuesto de la nación. O la manera como los analistas políticos manipulan la opinión pública vociferando sin ton ni son apologías por despilfarres y negligencias mientras vapulean a aquellos que no se ciñen a sus posturas. O la forma en que el desprecio y pordebajeo está instaurada en la élite social hacia aquella masa amorfa denominada pueblo.

Cuando las relaciones llegan al punto de UFC, lo mejor es dar vuelta a la página en la vida pues todo vale para herir al otro sin clemencia ya que al parecer es la fuente de la satisfacción. De continuar, es posible terminar en el hospital, el psicólogo, el psiquiátrico, o peor aún, en el ataúd y al final quien gana no se queda con el cinturón.

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Felipe Robayo

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