Derrape por un sueño
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Migración Venezolana hacia Colombia por el puente Simón Bolívar. Adaptación de foto tomada por La Opinión. |
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Source: INFOBAE en InfórmateRD |
Los venezolanos salieron de su país sólo dejando atrás una polvareda similar a los carros de rally cuando derrapan en plena curva a toda velocidad. Así mismo, las extenuantes condiciones del camino han dejado suelas rotas, ejes doblados, tanques vacíos, ánimos incendiados en medio de su debilidad acumulada y carrocerías chamuscadas que ni el aloe vera puede remediar. La carrera es contra el tiempo establecido por el hambre. El copiloto debe calmar la fatiga del piloto y el conductor debe mostrar firmeza y confiar en su navegador para sembrarle confianza. Y con indicaciones en las que creen con fe ciega, navegan lo desconocido sin detenerse a contemplar el paisaje salvo cuando se culmina una etapa y no queda más remedio que descansar. La mecánica se vuelve menester para continuar en caso de averío curable y la resignación hace casa en los corazones cuando se vara el ímpetu. Y la meta, aquel destino lejano y desconocido al que hay que llegar cuanto antes posible, no da tiempo para disfrutar el camino al que sólo importa vadear: el viaje presente no es el objeto del anhelo sino aquello que se ofrece en un porvenir incierto.





Todos en una misma carrera por un futuro mejor, por la obtención de un sueño americano germinado en la esperanza de una nueva oportunidad. Todos huyendo despavoridos de la amenaza del filo del machete y el ardor de una bala tan caliente como un exosto después de cruzar los desiertos turcos. Todos hastiados de la crueldad, la corrupción y la impunidad. Todos montados en la mentalidad todo-terreno de seguir adelante sin importar lo que se venga porque jamás podría ser peor. Unos huyendo del (para)uribismo, otros del helenismo, aquellos del madurismo-castro-chavista, esos del sandinismo, ell@s de la abundante ausencia de oportunidad, del clacismo, del racismo, del estratismo, del Necesidadismo, del Miserialismo, del Hambrismo, del Muertismo camaleónico que ojalá y se quede comiendo polvo y no se aparezca a la vuelta de la esquina. Y a la espalda queda el pavor mientras el horizonte abre sus brazos y a él sólo se llega paso a paso. Total, la carrera no es contra nadie más que sí mismo, pero el tiempo muerde la tripa, y eso la hace una carrera por la vida y no queda de otra que acelerar.
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